Política y sociedad

lunes, 24 de noviembre de 2014

¡A demostrar inteligencia!

En primera fila
               
                                                      Por Luis A. CABAÑAS BASULTO*
Si algún matiz distingue al orgullo de la soberbia es que el primero es perfectamente disimulable, inclusive apreciado cuando surge de alguna causa noble o virtud, mientras que la soberbia se concreta al deseo de ser preferido por otros, basándose en la satisfacción de la propia vanidad, del yo o ego.
Considerado por la teología católica uno de los siete pecados capitales, la soberbia es una actitud orgullosa que consiste en la perspicacia de quien se envanece a sí misma, aunque genéricamente se define como sobrevaloración del “yo” respecto de otros para superar, alcanzar o superponerse a un obstáculo o situación, o bien alcanzar una elevada desvalorización del contexto.
Asimismo, se define como la creencia de que todo lo que se posee es superior, que se es capaz de superar lo que digan o hagan los demás, o de superar cualquier prejuicio, lo que, sin embargo, ha provocado la caída de grandes políticos y de candidatos que, creyentes que sólo Dios está por encima de ellos, ellos mismos se han destruido con el tiempo.
Sin mayor preámbulo, lo anterior viene al caso con la reciente, aparente determinación de un grupo de alumnos de la Universidad de Quintana Roo -por ningún motivo podemos generalizar-, en el sentido de suspender clases a partir de este lunes, en represalia por la suspensión que ordenaron las autoridades universitarias los días jueves y viernes último.
Como se sabe, el infantil argumento de la Rectoría, que encabeza la política Elina Coral de Corona, fue que necesitaban fumigar las instalaciones del Boulevard Bahía, cuando que para cualquier cristiano -como suele decir “Colinas”- era más que evidente la intención de evitar manifestaciones del conglomerado de alumnos que simpatizan con la causa de los familiares de los 43 normalistas desaparecidos de Iguala.
Como era previsible, el pronunciamiento se dio pese a suspenderse el tradicional desfile cívico-deportivo con ocasión del aniversario de la Revolución Mexicana, tal y como ocurrió en la mayor parte del país, bajo las mismas circunstancias.
Previsible también habría sido el posible jalón de orejas que recibió la improvisada Rectora, que no pudo más que demostrar ignorancia al suponer que los universitarios o la propia población se comió el cuento de la casual fumigación, casualmente cuando a nadie engañaría y, lo que es peor, su posterior misiva “aclaratoria”.
Pero vaya, el caso es que para los universitarios resultó exitoso el pronunciamiento, pese a que la idea original era realizar el día 20 una serie de eventos de tipo cultural en la explanada de esa Casa de Estudios, desde las 8 hasta las 20 horas, para lo cual días antes acudieron al Instituto Tecnológico de Chetumal a invitar a los asistentes a una obra teatral estudiantil que, genialmente parodiada, curiosamente recordaba los hechos del ‘68.
Ahora bien, el caso es que -tal vez personas distintas a las anteriores-, ahora incitan a suspender labores desde este lunes, al parecer en represalia por la famosa “fumigación”, con lo que NO están demostrando precisamente la inteligencia que se supone de jóvenes de ese nivel académico, dado que ellos mismos -y sus cientos de compañeros- podrían resultar perjudicados por el retraso de estudios.
Lo más lamentable es que tal vez sean “junior’s” esos convocantes, habida cuenta de que -a la mayoría nos consta- el grueso de la población universitaria es de jóvenes humildes, de escasos recursos, cuyos padres realizan un enorme sacrificio por la superación de sus vástagos, hasta ahora no “maleados” con una ideología de exportación mal dirigida a una comunidad universitaria cuya principal característica es la tranquilidad.
Antes que nada, estamos ciertos de que es digno de reconocimiento que los jóvenes se manifiesten y exijan sus derechos. Lo que no se vale es que pongan en riesgo su educación -y el esfuerzo de la inversión de sus padres-, en aras de una infantil venganza con resultado para adultos. Hasta donde sabemos, hasta ayer mantenían un plantón pacífico en la parte posterior de la Universidad.
Los tiempos son muy difíciles, y México y Quintana Roo requieren de jóvenes cada vez más preparados para enfrentar tiempos cada vez más duros, con una alternativa de competitividad en la que sólo triunfarán los mejores, y nuestros universitarios, nuestros futuros profesionistas son la mejor opción para salir adelante.

No desperdicien esta oportunidad que ya quisieran otros, a los que no detendrían el orgullo ni la soberbia, mucho menos por demostrar que ya son “maduros”. La madurez se demuestra en las aulas, con inteligencia, no con un “Harakiri”.

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