En primera fila
Por Luis A. CABAÑAS BASULTO
Lejos, muy lejos de pretender solucionar el conflicto magisterial o de
presentar su renuncia como prenda de buena voluntad hacia su gobernador,
la secretaria de Educación y Cultura de Quintana Roo, Sara Latife Ruiz
Chávez, se dedicó desde un principio a consolidar el cargo que le
obsequiaran funcionarios del centro con apoyo del ex gobernador Félix
González, ya que nunca, jamás pensó en retornar vencida a su natal
Cozumel.
Mejor prueba de esa mala voluntad es que, apenas a
mediados del conflicto, y cuando más cuestionada estaba su permanencia
-bueno, la sigue estando- ella se daba a la tarea de darle posesión a
nuevos funcionarios, según oficioso boletín, “en la instrumentación de
acciones y programas encaminados a alcanzar la educación de calidad que
demanda Quintana Roo”.
En este sentido, anunciaba que, por
supuestas instrucciones del gobernador Roberto Borge Angulo, la mujer,
que se siente “responsable de la política educativa estatal”, dio
posesión como nuevos Subsecretarios a Sonia Elías Coral, Lilián
Villanueva Chan y Arturo Castro Duarte en las áreas Académica, de
Cultura y de la Zona Norte, respectivamente, mientras que a Vanessa
Gracia Aguilar y Haydeé Pastrana Sánchez, las nombró enlaces en Cozumel y
Solidaridad.
No hubo necesidad de investigar mucho sobre todos
ellos, aunque, por lo menos en el caso de la primera, quien ya se había
desempeñado en el área agropecuaria en sexenios anteriores, sabemos que
había sido inhabilitada por la Contraloría, y la segunda, premiada tan
sólo por el apellido de su padre, en tanto que Haydeé Pastrana es hija
de un ex presidente municipal de OPB.
Pero además, cuando mas
arreciaban las criticas en su contra y su renuncia se considerada
“moneda de cambio” ante el paro magisterial, la aún funcionaria, quien
parece haberse salvado tras haberse resuelto el conflicto en la parte
más álgida -el retorno a clases, previsto para este lunes-, se retorcía
en
su propia defensa ante sus archienemigos de las redes sociales y se atrevía a responderles, a su modo desde luego.
Según
los compañeros del Facebook, se trata de dos mensajes, aunque su
servidor sólo leyó uno -no teníamos, no tenemos ningún interés en “sus”
excusas, ni las creemos “interesantes”-, aunque en el primero de ellos,
entre otras “barrabasadas”, objetaba estar convencida de que su renuncia
no solucionaría las cosas y créanme, aseguraba, “si eso lo resolviera
no lo dudaría”. Créanos que tamaña mentira sólo es comparable con las
del ex alcalde de OPB, el mitómano Carlos Mario Villanueva Tenorio.
La
funcionaria jamás de los jamases pensó ni piensa renunciar, así fuera
por decreto divino, a través de un ángel, a menos que fuera el propio
Félix González o Emilio Gamboa Patrón, sus “padrinos” quienes se lo
pidieran -nos confirman que Borge Angulo lo intentó infructuosamente-,
ya que sólo así haría “de tripas, corazón”.
En otra parte de su
mensaje, señala que muchos maestros, incluso la misma sociedad en su
mayoría, saben que el poder sindical, y no el gobierno, era el poder que
manejaba los hilos de la educación, no sólo en Quintana Roo, sino en
México mismo, y de ahí que nos preguntemos si considera que ella, sin
ninguna preparación ni capacidad sobre el renglón, es la persona
indicada para sacar al buey de la barranca. ¡Capaz de responder
afirmativamente!
Y luego continúa con otra mentira del tamaño de
la necedad magisterial, al señalar que “también se sabe que la reforma
constitucional lejos de vulnerar los derechos de los profesores, procura
ante todo una mejor educación para los niños y jóvenes”. Esa en tan
sólo su opinión y de los ilusos legisladores que, a espaldas de los
mexicanos, votaron a favor de ese cambio sin consultar con nadie,
excepto con el presidente Peña Nieto.
Con una pausa en este
párrafo, sugeriríamos a la funcionaria pagar mejor o buscarse un mejor
auxiliar que le revise futuros escritos, ya que, al menos en lo que va
del primero, observamos un abierto “divorcio” con los signos de
puntuación. ¡Y eso que pretende representar la enseñanza de nuestros
hijos! ¡Pobrecitos de éstos!
Como si toda su vida se hubiera
desarrollado en el sector educativo, y no sólo se hubiera enterado a
través de los medios de información, Sara Latife, quien presume conocer
de estadísticas, como el limpiabotas de la esquina,
añade que
“seguramente Quintana Roo es el estado en donde los maestros tienen la
mayor cantidad de beneficios económicos, derivado de sus negociaciones
con el gobierno estatal (debe ir coma); prestaciones que le significan
un gran gasto al estado (peleada con la coma e ignorante de que esta
forma de Estado se escribe con mayúscula) dado que SEYC es la
dependencia de mayor número de trabajadores (nuevamente peleada con la
coma) y en específico son más de 15 mil maestros” (sic).
Ahora
bien, en su dicho de que “seguramente Quintana Roo es el estado en donde
los maestros tienen la mayor cantidad de beneficios económicos” peca en
dos ocasiones, la primera por especular e ignorar la realidad de otras
entidades, y la segunda, “derivado de sus negociaciones con el gobierno
estatal”, escupe hacia arriba, ya que cabría preguntarle quién se tiene
la culpa de lo que ocurre, si el indio o…
Más adelante, asegura
que “También considerar (sic) que existen 2 sindicatos (SNTE y
SITEQROO) con quienes desde mi llegada a la Secretaría he tenido
comunicación y atención a sus demandas, incluso a grupos de maestros de
niveles específicos que tienen problemáticas propias”.
¡Qué
terrible!, pero ¡qué terrible redacción! Y es de la secretaria ¡de
Educación! -aunque Usted no lo crea-, entre otros por hablar de la
existencia de sólo dos sindicatos sin explicar si de Chetumal, del
Estado o de Othón P. Blanco. Se supone que quiso decir de la SEyC -¿y el
independiente SNITE?-, pero debió decirlo, ya que no todos los lectores
de esa misiva son adivinos.
Ahora bien, si realmente ha estado
en comunicación y atendido las demandas de los representantes de esos
gremios desde su nombramiento -tal y como debió haberlo escrito-,
podemos asegurar que nunca se hubieran dado los problemas conocidos por
todos o, por lo menos, no se hubieran magnificado o hubieran enlodado
tanto a su verdadero jefe, el Ejecutivo.
Si gusta la funcionaria
podríamos seguir analizando sus fallas ortográficas, problemas de
redacción y de análisis políticos; errores de dicción y las
“mentirillas”, tales que la hacen indigna de un cargo de suyo tan
importante -ah, olvidábamos que desconoce la dignidad-, aunque en algo
debería servirle su director de Comunicación Social, al que contrató
desde la ciudad de México tras despedir injustamente a un compañero
chetumaleño que SI sabía su trabajo, pero ¡que con su pan se lo coman
ella y su ego!