En primera fila
El panorama educativo
de México
Por Luis A. CABAÑAS BASULTO*
Los recientes conflictos magisteriales,
que provocaron una seria preocupación en las autoridades gubernamentales por
sus consecuencias, también obligaron a la población a abrir los ojos y tener
conciencia sobre la problemática del sector educativo que, quiérase o no,
otrora precupaba sólo cuando nuestros hijos volvían a la casa por la falta de
algún maestro.
Al radicalizarse el problema magisterial a nivel
nacional con el empuje permanente de los trabajadores del sector y la
intromisión de agentes “extraños” en Oaxaca, Michoacán Guerrerro, Chiapas y
otras entidades, de las que no escapó Quintana Roo por el decreto de la Reforma Educativa y sus
Leyes Primarias, nos dimos a la tarea de revisar importante información que
permita una mayor y mejor visión de hechos.
En
este sentido, analizamos el sistema educativo nacional, por principio de
cuentas en el financiamiento público de la educación obligatoria,
particularmente en el nivel básico, a efecto de identificar los obstáculos y
retos que enfrenta la política de gasto público en el sector.
Como
factor central para la promoción del desarrollo de una nación, la educación,
con todo y los planteamientos sobre corrupción y mala administración, ha sido una preocupación constante del
gobierno mexicano. La estrategia en el sector se ha concentrado principalmente
en consolidar un sistema para ampliar el acceso de la población a esos
servicios, con importantes ampliaciones al presupuesto.
No
obstante, mediciones internacionales y evaluaciones nacionales del sistema
educativo siguen evidenciando retos para mejorar, lo que obliga a analizar
estructura y destino del gasto público en educación para valorar su pertinencia
de diseño y contribución al quehacer educativo.
La
educación en México forma parte de las garantías individuales como derecho
social consagrado en el artículo tercero de la Constitución, en virtud del cual
el Estado está obligado a garantizar la oferta de servicios educativos bajo
principios de gratuidad y laicidad. En este precepto, los niveles educativos
obligatorios abarcan la educación preescolar, primaria, secundaria y media
superior, lo que significa asegurar unos 15 años de instrucción.
Según
el INEGI, en 2010 se registraron 37.4 millones de personas en edad escolar
obligatoria (de 3 a 19 años), cifra que representa el 33% de la población total
del país, donde sólo 76% asiste a la escuela, mientras que el 24% no recibe
alguna instrucción.
El
sistema de educación nacional se conforma por tres tipos educativos -de los
cuales los dos primeros son obligatorios- educación básica, media superior y
superior, en tanto se distinguen distintos niveles de servicios, así como
cuatro tipos de control administrativo y sostenimiento.
Hasta
el ciclo escolar 2012-2013, el sistema educativo nacional atiendía a 33.5
millones de alumnos en todos sus niveles, administraba 250 mil 500 planteles y
la plantilla de docentes era de 1.8 millones. La primaria tenía la mayor
demanda, con más del 75% de la matrícula, 65% de los maestros y más de 90% de
las escuelas.
Para
operar el sistema, las fuentes de financiamiento son los sectores público y
privado. El primero reúne aportaciones financieras de los gobiernos federal,
estatal y municipal. En 2012, el gasto educativo nacional registró su mayor
nivel, con 975 mil 723.3 millones de pesos, de los que la Federación aportó el
62.3 por ciento; los Estados, el 16 por ciento; los municipios, el 0.2 por
ciento, y el sector privado, el 21.5 por ciento.
El
gasto privado en el campo educativo se refiere a los recursos que destinan los
particulares como usuarios de los servicios, tanto en instituciones públicas
como privadas. No obstante, cuantificar el gasto de los hogares implica medir
el costo de oportunidad y los gastos tangibles de las familias.
De
acuerdo con la SEP, estas aportaciones privadas superan las de los gobiernos
locales a la educación, a grado tal que en 1990, de cada 100 pesos gastados en
el sector, 92 procedían del sector público, y el resto del privado, mientras
que en 2012, más de 21 pesos provinieron de éste.
En
las últimas dos décadas, el gasto nacional en educación ha presentado una
tendencia creciente. Durante los años 90, la tasa de crecimiento real promedio
anual fue del 11.4% debido a la creación de nuevas partidas del presupuesto al
sector, mientras que, para la década de los años dos mil, la tasa de
crecimiento fue del 3.4% anual.
Por
otro lado, pese a que la aportación de la Federación es mucho mayor que la de
otras fuentes de financiamiento, en los últimos años redujo sustancialmente su
participación. Hasta 1995, contribuyó con 85% del gasto nacional, y desde ese
año ha reducido su contribución en más del 20%.
En
torno a la distribución del gasto federal educativo, la educación básica ha
sido principal destino de los recursos. En 2012, se le asignó más de 50%; a
educación media, 11.5%, y a educación superior, el 22.3%.
En
términos absolutos, el gasto nacional en la materia es más alto respecto al
pasado. En 2012, representó 6.3 puntos porcentuales del PIB, mientras que en
1990 era el 4%. Otra comparativa muestra que representó 30% del gasto
programable en 2012, y que en el comparativo internacional, se ubica a México
por arriba del promedio de países de la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económico (OCDE)
Sin
embargo, sólo presenta un panorama parcial, ya que en gasto por estudiante a
nivel internacional, está en penúltimo lugar. En el desglose de gasto promedio
anual por alumno y nivel educativo, los demás países de la OCDE erogan niveles
superiores a los que destina México, lo que no es privativo de nuestro país, ya
que Brasil, Argentina y Chile muestran un comportamiento similar.
Así las cosas, no sólo las
comparaciones internacionales sobre el gasto muestran nuestros retos en materia
educativa. Los resultados de desempeño del sistema educativo del país y las
habilidades educativas de los alumnos sugieren una amplia disociación entre los
objetivos de gasto y sus efectos.
*Luis
Angel Cabañas Basulto, periodista yucateco avecindado en Chetumal, Quintana
Roo, con más de 35 años de trayectoria como reportero, jefe de información,
editor y jefe de redacción de diversos medios de información, también ha
fungido como Jefe de Información de dos ex gobernadores y tres presidentes
municipales, y publicado tres libros.
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