En
primera fila
Si bien por “derecho” corresponde a los diputados locales
aspirar con mayores posibilidades a una presidencia municipal, es larga la
lista de quienes, sin ser legisladores, desearían convertirse en primera
autoridad de su municipio, así como de otros políticos que, por el simple hecho
de considerarse leales con su partido y contar con alguna trayectoria, también
consideran que debieran ser incluidos entre los “posibles”.
Este es precisamente el caso de Othón P. Blanco y alguna
otra demarcación, donde la política del “descarte” sigue siendo una alternativa
de superación en la administración pública, no sólo respecto a la misma
alcaldía, sino a los diversos cargos de nivel inmediato superior, por lo que la
mayoría se congratula con la caída, renuncia, cambio o término de gestión de su
superior jerárquico ante la posibilidad de heredar el cargo.
Algo similar ocurre en el Ayuntamiento capitalino, donde,
con un mitómano Carlos Mario Villanueva, al que le quedó excesivamente grande
la “camiseta” que le heredó su correligionario priísta Andrés Ruiz Morcillo
-pero sólo por el tamaño de la encomienda-, más de una docena de funcionarios
se siente con mayores espolones para rescatar al buey de la barranca.
Inclusive desde antes que se evidenciara la incapacidad del
gobierno municipal, no pocos se habían apuntado a sucederle y promoverse por
cualquier medio posible, por ejemplo en el caso de su mismito secretario
particular, Jorge Rejón Chan, quien dice haber buscado la alcaldía durante el
proceso anterior o, por lo menos, una diputación local, principalmente a través
de redes sociales y un grupo de jóvenes.
Convertido en el “filtro” para impedir que los othonenses
pudieran reunirse con su jefe para reclamar -antes fungió como director de
Desarrollo Turístico municipal-, el eventual triunfo del funcionario, sin
embargo, sólo serviría como “tapadera” de las mil y un irregularidades de este
triste trienio que dejará más de tres tristes tigres, otro de ellos el
secretario general del Ayuntamiento, “El Chino” Miguel Can Bardales, quien
inició “su campaña” desde el arranque del periodo.
Factura heredada del sexenio de Mario Villanueva Madrid, Can
Bardales también diría estar dispuesto a aceptar “por lo menos” una diputación,
aunque sus mentiras también son características que se le “pegaron” de su jefe
Carlos Mario, por ejemplo respecto a la nomenclatura de calles que el año
pasado aseguró que se había resuelto en su totalidad con la colocación de
letreros con los nombres de las calles de todas las colonias. ¿Cuánto le habrá
crecido la nariz? ¿Más que al alcalde?
Con todo, el Cabildo fue el principal afectado con la locura
de la presidencia municipal, más aun cuando se habló de la posibilidad de que
“El Junior” no pudiera concluir su periodo, por juicio político, por órdenes de
“arriba”, por una supuesta enfermedad cardíaca (ja, ja, ja), etc. Uno de los
primeros en apuntarse fue el regidor Ernesto Bermúdez Montúfar, quien nunca ha
desperdiciado la oportunidad de promoverse por cualquier medio.
Otra regidora a la que se acusó sistemáticamente de
deslealtad y de buscar un eventual interinato es Míriam Sánchez Osnaya, quien,
sin embargo, realizó mayor trabajo encomiable que sus compañeros y se mostró
contraria a los “manejos” turbios de Villanueva Tenorio. La mujer también fue
víctima de no pocos compañeros del medio que, convertidos en misóginos, no se
cansaron de verter comentarios inmorales en su contra.
Ex directora de Participación Ciudadana durante el trienio de Ruiz
Morcillo, de donde emigró al CDM del PRI, y recién nombrada titular de
un organismo político priísta, la también regidora Irazú Sarabia May se suma a
la lista de aspirantes, aunque también actuó como cómplice del soberbio alcalde
del desempleo, al que, para “taparle el ojo al macho”, se la pasó criticando al
munícipe por la falta de reglamentaciones, entre ellas de gasolineras, pero
jamás denunció los malos manejos de Ruiz Morcillo.
Hasta aquí sólo nos habíamos referido a funcionarios del PRI
y de OPB, aunque también habría de incluir en la lista de suspirantes al
regidor perredista Alejandro Castillo Aguilar, quien aspira a la alcaldía de
Bacalar, donde le esperan huesos duros de roer. Otro más de la oposición que,
sin embargo, aspira a una diputación local es el panista Juan Carlos Pallares
Bueno.
Lo cierto es que, aunque ninguno de los arriba mencionados
tendría la suficiente capacidad o méritos para aspirar a suceder al mitómano
Carlos Mario -si acaso Míriam Sánchez-, ya que ninguno tuvo el suficiente valor
para denunciar sin medias tintas la administración fraudulenta de la que hasta
hoy más de 550 trabajadores se han quedado sin trabajo -¿cuántos de ellos serán
sindicalizados?-, o bien de promover uno de esos juicios políticos que se han
puesto de moda por todo el Estado.
Hasta
donde se ha dicho, cuantas veces intentaron levantar un dedo para sepultar a Carlos
Mario habría intervenido el gobernador Roberto Borge para impedirlo a través de
diversas reuniones con su entonces secretario de gobierno, Luis González
Flores, hoy titular de la Secretaría
de Desarrollo Agropecuario, Rural e Indígena. ¡Cuántas cosas se hacen a
espaldas del pueblo!
Por cierto, el
término “tiradores” se aplica a las personas que están a la espera de la más
mínima oportunidad para aprovecharla.
Por Luis A. CABAÑAS BASULTO
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