Política y sociedad

sábado, 9 de noviembre de 2013

Ridículos de “académica” funcionaria

En primera fila
Por Luis A. CABAÑAS BASULTO
Lejos, muy lejos de pretender solucionar el conflicto magisterial o de presentar su renuncia como prenda de buena voluntad hacia su gobernador, la secretaria de Educación y Cultura de Quintana Roo, Sara Latife Ruiz Chávez, se dedicó desde un principio a consolidar el cargo que le obsequiaran funcionarios del centro con apoyo del ex gobernador Félix González, ya que nunca, jamás pensó en retornar vencida a su natal Cozumel.
Mejor prueba de esa mala voluntad es que, apenas a mediados del conflicto, y cuando más cuestionada estaba su permanencia -bueno, la sigue estando- ella se daba a la tarea de darle posesión a nuevos funcionarios, según oficioso boletín, “en la instrumentación de acciones y programas encaminados a alcanzar la educación de calidad que demanda Quintana Roo”.
En este sentido, anunciaba que, por supuestas instrucciones del gobernador Roberto Borge Angulo, la mujer, que se siente “responsable de la política educativa estatal”, dio posesión como nuevos Subsecretarios a Sonia Elías Coral, Lilián Villanueva Chan y Arturo Castro Duarte en las áreas Académica, de Cultura y de la Zona Norte, respectivamente, mientras que a Vanessa Gracia Aguilar y Haydeé Pastrana Sánchez, las nombró enlaces en Cozumel y Solidaridad.
No hubo necesidad de investigar mucho sobre todos ellos, aunque, por lo menos en el caso de la primera, quien ya se había desempeñado en el área agropecuaria en sexenios anteriores, sabemos que había sido inhabilitada por la Contraloría, y la segunda, premiada tan sólo por el apellido de su padre, en tanto que Haydeé Pastrana es hija de un ex presidente municipal de OPB.
Pero además, cuando mas arreciaban las criticas en su contra y su renuncia se considerada “moneda de cambio” ante el paro magisterial, la aún funcionaria, quien parece haberse salvado tras haberse resuelto el conflicto en la parte más álgida -el retorno a clases, previsto para este lunes-, se retorcía en
su propia defensa ante sus archienemigos de las redes sociales y se atrevía a responderles, a su modo desde luego.
Según los compañeros del Facebook, se trata de dos mensajes, aunque su servidor sólo leyó uno -no teníamos, no tenemos ningún interés en “sus” excusas, ni las creemos “interesantes”-, aunque en el primero de ellos, entre otras “barrabasadas”, objetaba estar convencida de que su renuncia no solucionaría las cosas y créanme, aseguraba, “si eso lo resolviera no lo dudaría”. Créanos que tamaña mentira sólo es comparable con las del ex alcalde de OPB, el mitómano Carlos Mario Villanueva Tenorio.
La funcionaria jamás de los jamases pensó ni piensa renunciar, así fuera por decreto divino, a través de un ángel, a menos que fuera el propio Félix González o Emilio Gamboa Patrón, sus “padrinos” quienes se lo pidieran -nos confirman que Borge Angulo lo intentó infructuosamente-, ya que sólo así haría “de tripas, corazón”.
En otra parte de su mensaje, señala que muchos maestros, incluso la misma sociedad en su mayoría, saben que el poder sindical, y no el gobierno, era el poder que manejaba los hilos de la educación, no sólo en Quintana Roo, sino en México mismo, y de ahí que nos preguntemos si considera que ella, sin ninguna preparación ni capacidad sobre el renglón, es la persona indicada para sacar al buey de la barranca. ¡Capaz de responder afirmativamente!
Y luego continúa con otra mentira del tamaño de la necedad magisterial, al señalar que “también se sabe que la reforma constitucional lejos de vulnerar los derechos de los profesores, procura ante todo una mejor educación para los niños y jóvenes”. Esa en tan sólo su opinión y de los ilusos legisladores que, a espaldas de los mexicanos, votaron a favor de ese cambio sin consultar con nadie, excepto con el presidente Peña Nieto.
Con una pausa en este párrafo, sugeriríamos a la funcionaria pagar mejor o buscarse un mejor auxiliar que le revise futuros escritos, ya que, al menos en lo que va del primero, observamos un abierto “divorcio” con los signos de puntuación. ¡Y eso que pretende representar la enseñanza de nuestros hijos! ¡Pobrecitos de éstos!
Como si toda su vida se hubiera desarrollado en el sector educativo, y no sólo se hubiera enterado a través de los medios de información, Sara Latife, quien presume conocer de estadísticas, como el limpiabotas de la esquina,
añade que “seguramente Quintana Roo es el estado en donde los maestros tienen la mayor cantidad de beneficios económicos, derivado de sus negociaciones con el gobierno estatal (debe ir coma); prestaciones que le significan un gran gasto al estado (peleada con la coma e ignorante de que esta forma de Estado se escribe con mayúscula) dado que SEYC es la dependencia de mayor número de trabajadores (nuevamente peleada con la coma) y en específico son más de 15 mil maestros” (sic).
Ahora bien, en su dicho de que “seguramente Quintana Roo es el estado en donde los maestros tienen la mayor cantidad de beneficios económicos” peca en dos ocasiones, la primera por especular e ignorar la realidad de otras entidades, y la segunda, “derivado de sus negociaciones con el gobierno estatal”, escupe hacia arriba, ya que cabría preguntarle quién se tiene la culpa de lo que ocurre, si el indio o…
Más adelante, asegura que “También considerar (sic) que existen 2 sindicatos (SNTE y SITEQROO) con quienes desde mi llegada a la Secretaría he tenido comunicación y atención a sus demandas, incluso a grupos de maestros de niveles específicos que tienen problemáticas propias”.
¡Qué terrible!, pero ¡qué terrible redacción! Y es de la secretaria ¡de Educación! -aunque Usted no lo crea-, entre otros por hablar de la existencia de sólo dos sindicatos sin explicar si de Chetumal, del Estado o de Othón P. Blanco. Se supone que quiso decir de la SEyC -¿y el independiente SNITE?-, pero debió decirlo, ya que no todos los lectores de esa misiva son adivinos.
Ahora bien, si realmente ha estado en comunicación y atendido las demandas de los representantes de esos gremios desde su nombramiento -tal y como debió haberlo escrito-, podemos asegurar que nunca se hubieran dado los problemas conocidos por todos o, por lo menos, no se hubieran magnificado o hubieran enlodado tanto a su verdadero jefe, el Ejecutivo.
Si gusta la funcionaria podríamos seguir analizando sus fallas ortográficas, problemas de redacción y de análisis políticos; errores de dicción y las “mentirillas”, tales que la hacen indigna de un cargo de suyo tan importante -ah, olvidábamos que desconoce la dignidad-, aunque en algo debería servirle su director de Comunicación Social, al que contrató desde la ciudad de México tras despedir injustamente a un compañero chetumaleño que SI sabía su trabajo, pero ¡que con su pan se lo coman ella y su ego!

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